domingo, 24 de octubre de 2010

La hora de la muerte.

Tercera entrega de la Trilogía de José Mota que subo al blog.

A diferencia de los vídeos anteriores ("los actores de la obra" y "los hijos de hoy en día"), éste vídeo no contiene ninguna crítica social, ningún doble fondo, ninguna pretensión más allá que la del absurdo llevado a su máxima expresión.

Mi felicitación al guionista de la parodia.

P.D.: Aviso a navegantes: la madruga del próximo domingo toca cambio de hora. Debereis adelantar el reloj... o retrasar... Día de 23 horas, no, 25!. Vaya, que tendremos la misma hora que en Canarias... o serán dos las horas de diferencia...?.



4 comentarios:

  1. A mí me gustan los días de 25 horas... No sé por qué...

    Un abrazo.

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  2. Mar,
    Los motivos para preferirlos pueden ser múltiples y variados... Esos días especiales siempre coinciden con la entrada de la primavera, anochece muuucho más tarde, puedes dormir una horita más por toda la cara...
    Oye... ¿Nunca has pensado en los que hacemos guardias de 24 horas y que por una de aquellas casualidades nos toca trabajar la noche del último sábado de Marzo y a las 3 de la madrugada vemos que vuelven a ser las dos ?. Uff... Yo sí, y además lo he vivido desde ese otro punto de vista.
    Pero..., pero..., pero...aún con todo, prefiero como tú los días de 25 horas!!!.

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  3. El próximo domingo lo que hay que hacer es atrasar el reloj. Ahora en invierno es cuando tenemos un día de 25 horas. Me viene fenomenal porque siempre me faltan horas para todo lo que tengo que hacer.
    Saludos

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  4. Linda,
    Perdona que no me diera cuenta de tu comentario... No domino aún poder ver cuando hay alguno.
    Efectivamente me equivoqué con la descripción de las ventajas de los días de 25 horas, porque son siempre en otoño. El último fin de semana de marzo hay que adelantarlo.
    Mi padre, que tenía un sentido del humor muy desarrollado, siempre decía muy serio que era una cochinada hacer el cambio de hora a las 3 de la mañana porque le obligaba a despertarse a cambiar la hora en todos los relojes de casa y luego le costaba coger otra vez el sueño.
    La gente que no le conocía se lo miraba un poco raro...

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